Relato

1/3/2020

Everest, el convidado de piedra

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Relato

George Mallory que estas en los cielos

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“El lugar que Mallory e Irvine tienen en la historia del alpinismo, ciertamente para mi generación, es un lugar muy dominante, de hecho. Ellos fueron los que realmente hicieron rodar la pelota, en lo que respecta al Everest.”

Sir Edmund Hillary

 

 

Tony Smythe, sabía que podría encontrar secretos bien ocultos el día en que se pusiese a escribir un libro sobre su padre, el pionero del Everest de los años treinta, Frank Smythe. Pero nunca se imaginó que esos secretos pudieran incluir el descubrimiento por parte de Frank, del cuerpo de George Mallory en 1936, o sea sesenta y tres años antes que Conrad Anker lo descubriera en mayo de 1999. "Lo encontré en la parte posterior de un diario de mi padre", concluyó Tony.

De allí que en 2013 publicó una biografía de su padre en la que describe un conjunto de copias de las cartas que Frank Smythe envió durante la expedición de 1936. Una fue para Teddy Norton diciendo que al escanear la cara norte del Everest a través de binoculares desde el campamento base, había visto algo que parecía un cuerpo. La expedición de 1933 había encontrado el piolet de Mallory o Irvine, y lo que había visto estaba en un barranco justo debajo de donde se había encontrado el piolet. La carta de Smythe destacaba la imperiosa necesidad de no dar a conocer su descubrimiento. La expedición de 1999 encontró el cuerpo de Mallory en este preciso lugar.

Lo que les sucedió a Mallory y su compañero de escalada Andrew "Sandy" Irvine, y si llegaron a la cumbre, veintinueve años antes que Tenzing Norgay y Sir Edmund Hillary, es el misterio más perdurable en la historia de la exploración.

La carta crucial fue dirigida a Edward Felix Norton, líder de la expedición de 1924 cuando Mallory e Irvine desaparecieron, aparentemente yendo a la cumbre. Norton, de 40 años de edad, británico de familia, era argentino. Nacido en San isidro, Provincia de Buenos Aires, el 21 de febrero de 1884, debió hacerse cargo de la expedición al enfermar el jefe de la misma, Charles Granville Bruce. Un hacha de hielo, que se supone que perteneció a Irvine, había sido descubierta en 1933 por la cuarta expedición británica a la montaña. Estaba tumbada sobre una roca, como si hubiese sido colocada allí, a 8461 metros, ese fue el único rastro de cualquiera de los dos hombres respecto a su última posición confirmada.

Smythe, supo que su descubrimiento debía permanecer oculto, y así fue. "No se debe dar a conocer", dijo Smythe a Norton, "ya que la prensa produciría una sensación desagradable". Smythe tenía razón en preocuparse. Cuando el escalador estadounidense Conrad Anker redescubrió a Mallory en 1999, aparecieron fotografías de sus restos en las portadas de los diarios de todo el mundo.

Smythe mismo, escalando solo después de que su compañero Eric Shipton se volviera, alcanzó los 8595 metros en 1933, compartiendo el récord de altitud anterior a la guerra. En el descenso comenzó a alucinar y estaba al borde del agotamiento total, cuando llegó a un lugar seguro. "El Everest", escribió en su diario, "se está convirtiendo en una tarea de mi vida".

Tony Smythe sabía que su padre estaba obsesionado con el Everest, pero otro secreto que descubrió, revela cuán lejos estaba preparado para llegar a otra oportunidad en la cumbre.

Después del intento de 1933, el comité del Monte Everest dudó si el Dalai Lama permitiría otra expedición durante muchos años. Así que Frank ideó un plan elaborado para hacer un intento ilegal por su cuenta en 1935, con el apoyo de Sherpas cuidadosamente seleccionados. "Era una indicación alarmante del deseo de Frank de escalar la montaña a casi cualquier costo", dice su hijo.

Tal intento, según Tony Smythe, habría arruinado a su padre. Aunque era miembro del Alpine Club, Frank fue visto con recelo por el establecimiento de montañismo, sobre todo por su éxito como autor.

Tenían miedo de ser jactanciosos, pero Frank no, dice Tony Smythe.  Su editor, Victor Gollancz, realmente lo influenció. Gollancz le advirtió que, si solo escribiera para escaladores, nunca recuperaría una fracción de su avance. Frank lo vio. No dudó. Desde ese momento dijo, maldita sea, Voy a publicar mis libros, hacer publicidad y promocionarme.

Frank también tenía tendencia a provocar enemistades. Se peleó con el fisiólogo Thomas Graham Brown, con quien hizo sus escaladas alpinas más famosas. Sir John Hunt, un amigo y líder del equipo Everest de 1953, describió a Frank como "un alma sensible,  impulsiva y mezquina a veces". Su hijo Tony está de acuerdo: "Era muy delicado y se ofendía fácilmente".

El libro de Tony Smythe, ”My Father, Frank”,  parte biografía, parte memoria,  se convirtió, dice, en "un viaje de descubrimiento personal. Me enamoré cada vez más de descubrir acerca de este hombre del que conocía muy poco. " concluye Tony.

Su padre dejó a su madre Kathleen en 1938 por Nona Guthrie, a quien Smythe conoció en la casa de su amigo cercano Sir Francis Younghusband, el aventurero imperialista. "Mi madre no lo culpó en absoluto. Era una persona bastante sacrificada que se desanimaba por los demás. Nos sentimos decepcionados de no tener un padre, pero así fue y seguimos con las cosas".

Frank Smythe murió de malaria al comienzo de una expedición al Himalaya en 1949. Más tarde, Nona se casó con el conde de Essex e, irritado por las demandas de acceso al archivo de su difunto esposo, quemó sus negativos fotográficos y otro material.

Tony Smythe no tiene dudas de lo que su padre pensaría de la escena moderna del Everest y todo lo que viene sucediendo en los últimos años: "Se habría quedado horrorizado por todo el asunto: el gran alboroto y la gran cantidad de personas que suelen estar allí arriba".

Esta es la breve historia de Francis Sydney Smythe, “Frank”, que muchos estarán conociendo ahora, donde más allá de sus logros como alpinista, fotógrafo e inclusive botánico, salta a la luz por los hechos anteriormente mencionados: el “primer descubrimiento” del cuerpo de George Mallory, que permaneció siempre oculto. Eso habla también del carácter de la personalidad de Smythe.  Participó en las expediciones británicas al Monte Everest de 1933, 1936 y 1938; y –tal como lo mencionamos anteriormente- en el plan furtivo de una hipotética expedición ilegal de 1935, que –afortunadamente para él- no fue necesario poner en marcha.

Todo este período previo a la conquista de 1953 es realmente apasionante, ya que podemos toparnos con personajes como Smythe, que llegan, casi sin querer, a poner a prueba nuestra capacidad de asombro.

Mencionamos tres expediciones en la década del 30. La primera, en 1933, fue en realidad la cuarta expedición británica. Sus predecesoras fueron las de 1921, 1922 y la memorable expedición de 1924. Lo destacable de esta expedición fueron los intentos separados de Lawrence Wager y Percy Wyn-Harris, y posteriormente el de Smythe, que establecieron un récord de altitud sin oxígeno suplementario que no se rompió hasta el record de Reinhold Messner y Peter Habeler en 1978.

Hugh Ruttledge fue el líder de esta expedición, al igual que en la de 1936, y tal vez, el principal responsable de haber vuelto con las manos vacías. Al menos lo fue para el Comité Monte Everest en la investigación realizada al finalizar la expedición. Según este informe, Ruttledge, a quien querían y respetaban mucho, no era un líder asertivo.

En su revisión de la expedición, Sir Geoffrey Latham Corbett afirmó en su momento, que nunca ha habido un intento en una montaña más cuidadosamente preparada, y tan metódicamente dirigida. Tres factores fueron responsables de la falla en alcanzar la cumbre del Monte Everest.

Primero, los desacuerdos sobre la ubicación del campamento V y el descenso resultante al campamento IV llevaron a la pérdida de una ventana de escalada inusualmente buena entre el 20 y el 22 de mayo. Como Raymond Greene,  dijo más tarde: "Puede ser que hayamos perdido no dos días sino veinte años".  El clima a partir de entonces se deterioró bruscamente. Corbett atribuye la culpa directamente a Ruttledge, que debería haber estado en el campamento IV para dirigir las operaciones, en lugar de bajar de la montaña.

Con referencia a Raymond Green, su nombre completo era Charles Raymond Greene, nacido el 6 de abril de 1901, fue doctor en medicina y montañista, hermano mayor del novelista Graham Greene y el locutor y ejecutivo de la BBC Hugh Greene. Se unió a la expedición al Everest de 1933 como médico principal, poseía una gran inteligencia, y fue un montañista competente de físico gigantesco. Falleció en 1982.

En segundo lugar, las instrucciones a Wager y Wyn-Harris para tratar de abordar el segundo paso les hicieron perder un tiempo muy valioso, y aunque finalmente decidieron tomar el tramo inferior de Norton, de ninguna manera estaban convencidos de que el paso no se pudiera escalar.

Con respecto a la flexibilidad de su enfoque, Corbett citó a Smythe, quien declaró que, "el Everest solo será subido por un hombre que tenga una mente decidida en materia de ruta, y cualquier duda o vacilación a este respecto siempre debe conducir a la derrota".

En tercer lugar, el hecho de que Smythe se haya visto obligado a hacer su intento a la cumbre en solitario, era directamente atribuible a que Shipton enfermara en el intento. La escalada en solitario, argumentó Corbett, "no es una práctica que se fomente en ningún lado: en los últimos trescientos metros del Everest, en condiciones peligrosas, es mal montañismo".

Luego, el mismo Shipton, dijo que la expedición era demasiado grande y que el número de escaladores alistados, catorce, era absurdo:  "Tal situación ejerce presión sobre todos, y está destinado a provocar fricciones y la consiguiente pérdida de eficiencia". A modo de alternativa, Shipton abogó por expediciones compuestas por un pequeño número de escaladores, cada uno de los cuales reconoce su importancia vital en común esfuerzo y siente que tiene un papel igualmente indispensable que desempeñar.

 Su declaración de 1952 al Comité del Monte Everest, fue una de las razones por las que no fue elegido para dirigir la exitosa experiencia de 1953: "Mi conocida aversión por las grandes expediciones y mi aborrecimiento de un elemento competitivo en el montañismo podría parecer fuera de lugar en la situación actual".

Pero esa no fue la única expedición comandada por Ruttledge. También estuvo a la cabeza en 1936. En lo que respecta a ella, se percibió públicamente que la expedición había sido un fracaso, casi antes de realizarse. El escalador australiano George Finch, uno de los más destacados de la época, siempre considerado un villano sobre todo por sus declaraciones, estaba habilitado a opinar, ya que, a excepción de la expedición de 1922, había sido excluido de todas: “Estamos empezando a parecer ridículos. Las futuras expediciones deben ser planificadas y dirigidas por escaladores, debe haber un rango de edad permitido de 25 a 35 años, el liderazgo no debe ser militar, y los riesgos inherentes del montañismo deben ser aceptados.”.

Por su parte Tenzing Norgay, en su autobiografía “El Hombre del Everest” de 1955, escribió de una manera algo más solidaria: “El señor Ruttledge era demasiado viejo para ser un gran escalador, pero era un hombre maravilloso, gentil y de buen corazón, y todos los sherpas estaban muy contentos de estar con él. Esta fue una expedición muy grande, con más “sahibs” que nunca antes, y un total de sesenta sherpas, que era cinco veces más que en 1933.”

Como consecuencia del fracaso de esta expedición, el interés por el Everest fue disminuyendo, y tanto la prensa como el público en general habían perdido interés. Por su parte el Tíbet había dado el visto bueno para una nueva expedición en 1938, pero el Comité del Monte Everest no estaba dispuesto a destinar fondos para la misma. Las prioridades pasaron a ser otras.

Sin embargo, el periódico The Times, sí estaba interesado, y se dispuso a proporcionar un presupuesto limitado para llevarla adelante.

En una reunión realizada en febrero de 1937, el escalador Bill Tilman fue nombrado líder y Tom Longstaff, quien en años anteriores había sido el escalador-médico en la expedición al Everest de 1922, proporcionó tres mil libras con la condición de que no hubiera publicidad anticipada, y que, cuando fuera posible, los escaladores cada uno pagaría su propio camino.

Junto a Tilman y Shipton, Frank Smythe, Noel Odell, Peter Lloyd, Peter Oliver y Charles Warren acordaron participar. Ang Tharkay era sirdar, y Tenzing Norgay era uno de los sherpas. Jack Longland fue invitado, pero tuvo que declinar porque sus empleadores no le permitieron irse.

El equipo era muy fuerte, y según Shipton, era "socialmente armonioso". Tilman consideró que un grupo de siete, era innecesariamente grande, pero aceptó diciendo que "representa un alto margen de seguridad". No se utilizaron radios porque Tilman las consideraba innecesarias, pero había demasiada presión sobre él para que se negara a llevar equipo de oxígeno. Al igual que en la expedición de reconocimiento de Shipton-Tilman de 1935, el suministro de alimentos era extremadamente básico: Tilman incluyó sopa y gachas como "golosinas".

Aquí podemos observar que se tomaron algunas acciones importantes que iban de la mano con las consideraciones de Finch, respecto de las expediciones multitudinarias. Siete escaladores, un número mucho más apropiado, y un estilo más tradicional, que no pudo dejar de lado el tema del oxígeno. Para entonces, ya se llevaban en la espalda cinco fracasos, siendo el último el más estrepitoso, por lo tanto, cada detalle debía planificarse con sumo cuidado.

Podemos ver también que varios personajes conocidos formaron parte de esta expedición. Entre ellos encontramos a Noel Odell quien en 1924 fue oficial de oxígeno en la tan famosa tercera expedición al Everest, la de Mallory e Irvine. En aquél entonces Odell pasó dos semanas viviendo por encima de los siete mil metros y dos veces subió ocho mil cien metros, todo sin oxígeno suplementario. En 1936, Noel Odell con Bill Tilman escalaron el Nanda Devi de 7816 metros. También participó Tenzing Norgay, quien no necesita ningún tipo de tarjeta de presentación.

Todas estas sumas de fracasos, como también lo fue el de 1938, en realidad no deberíamos considerarlos como tales. Todos ellos pudieron aportar distintas experiencias que posteriormente fueron tomadas, sin lugar a dudas, en consideración por las posteriores expediciones a la montaña más alta del mundo.

Esta fue el último intento previo a la gran guerra. Lógicamente al estallar la contienda, todo se detuvo, hasta finalizada la misma. Y esto retrasó en consecuencia el advenimiento del período de conquistas de los grandes picos del Himalaya, no solo del Monte Everest.

Para el caso de la expedición de 1938, se demostró que un pequeño grupo posiblemente ofrecía tantas posibilidades de llegar a la cumbre como uno grande. Sin embargo, también demostró que el Monzón no era un momento viable para realizar ningún intento de cumbre, al menos desde el norte, o el lado tibetano del Everest.

Fue destacado también el trabajo de los sherpas. Quizás en la expedición de 1938 podríamos decir que empezaron a manifestarse como los fuertes escaladores que hoy son. Empezaron a asumir un papel de liderazgo e incluso alentaron a los mismos europeos a continuar hacia arriba.

Se probó un equipo de oxígeno de circuito cerrado que no brindó los resultados esperados, y finalmente fue abandonado debido a la sensación de “asfixia” que se desarrollaba después de un corto período de uso. No obstante Lloyd descubrió que el diseño de circuito abierto era una ventaja definitiva por encima de los 7900 metros.

Fue George Finch quien abogó por el aparato de circuito abierto, en contra del consejo de los otros "expertos" y este conocimiento finalmente se usó en la planificación de la exitosa expedición de 1953, que usó conjuntos de circuito abierto y cerrado.

Como dijimos antes, la guerra cambió todo. Los permisos tibetanos otorgados para 1941, 1942 y 1943, finalmente quedaron en la nada. Luego de terminada la guerra, el Dalai Lama no respondió a las solicitudes británicas y con la ocupación del Tíbet por parte de China, se cerró el camino por la vertiente norte del Monte Everest. De ahí en más, todo debía intentarse por el sur, abriendo otra vía con Nepal como protagonista.

Pero más allá de toda esta alternativa, mucho es lo que se aprendió de estas seis expediciones al Everest. Y aún más, el nivel de escaladores que participó de este período fue superlativo. Imaginemos que era una época totalmente distinta a la que conocemos, y los elementos técnicos con que contaban solo contribuían a engrandecer mucho más la tarea realizada.

El hombre que respondió "porque está allí" a un periodista que le preguntó por qué se sintió impulsado a conquistar el Everest, murió en su tercer intento en la montaña en 1924.

Su cuerpo fue encontrado allí, como es sabido, en 1999. Tenía la intención de dejar una fotografía de su esposa en la cima, y ??el hecho de que no estaba en su bolsillo fue tomado por algunos como prueba de que logró su objetivo y murió en el camino de regreso. Ni su compañero de escalada Andrew "Sandy" Irvine, ni su cámara, una Vestpocket Kodak, que podría haber proporcionado pruebas de cualquier manera, han sido recuperados, al menos hasta el momento. La gente de Kodak ha confirmado que, en caso de encontrarse la cámara, sería posible revelar la película.

La expedición británica al Monte Everest de 1924 fue la segunda de su tipo centrada en el objetivo de lograr el primer ascenso de la montaña más alta del mundo. Después de dos intentos de cumbre en los que Edward Norton estableció un récord mundial de altitud de 8572 metros, Mallory e Irvine desaparecieron en las nubes en el tercer intento. Esa desaparición ha dado lugar a la larga pregunta sin respuesta, respecto a si la pareja subió o no a la cumbre, o murió durante el ascenso cuando se descubrió el cuerpo de Mallory. Las pistas resultantes no proporcionaron evidencia concluyente.

Así que no podemos hacer otra cosa que imaginarnos aquél día de cumbre.

Toda la arista somital y la cumbre del Everest se hallaban despejadas. Mis ojos quedaron fijos en el pequeño punto negro que se recortaba en una cresta de nieve situada debajo de un resalte rocoso de la arista; el punto negro se movió. Entonces apareció otro punto negro que se desplazó por la nieve hasta reunirse en la cresta con el primero. Éste se aproximó entonces al gran escalón rocoso y al poco apareció en lo alto; el segundo le imitó. Entonces toda aquella fascinante visión se desvaneció, una vez más, envuelta en nubes

Noel Odell el autor de este texto que acabamos de leer, fue el último que los vio con vida, moviéndose hacia la cumbre …

“Creo que cuando llegaron al pie de la pirámide final, ya era tarde. Mallory debe haber dicho: Bueno, tenemos que darnos prisa aquí, porque ya casi se acerca el anochecer. No creo que Irvine haya dudado de ninguna manera en continuar hacia arriba. Sí creo que habría estado perfectamente dispuesto a continuar. Y bien podrían haber llegado a la cima.”

Dos puntos negros. Primero uno se adelanta y luego el otro lo sigue. Solo dos puntos, dos figuras en busca de la gloria tan deseada.

“Lo que yo vi aproximándose a la cumbre eran escaladores. Se movían, en realidad eran figuras las que se movían”

Y luego nada. La más absoluta ausencia de todo.

“El viento soplaba muy fuerte y arrastraba nieve, niebla y otras cosas. La visibilidad era mala, muy mala. De todos modos, volví a la tienda de campamento después de buscarlos sobre el campamento VI, que está a más de 8230 metros. Me levanté, no sé cómo me levanté 5200 metros, 8200 metros y 8530 metros, y regresé allí. Señalé por medios muy primitivos, como había acordado con Hazard, por medio de sacos de dormir colocados en una posición determinada en el parche de nieve más cercano, lo hice, indicándole a Hazard que no pude encontrarlos y que debíamos hacernos a la idea que se perdieron. “

Y tiempo después apareció un piolet …

“El piolet no cayó de ninguna manera. En absoluto. Estaba acostado allí en estas rocas. Bueno, eso fue dejado allí, obviamente dejado allí, debe haber sido dejado allí”.

En muchos sentidos, fue una expedición particularmente británica al Everest, con sus cuatro cajas de champán Montebello, 60 latas de codorniz y foie gras, 70 porteadores, 300 animales y los escaladores con botas con capucha y chaquetas de gabardina.

“Mi amigo George Mallory, una vez hizo una escalada inexplicable en Snowdon. Había dejado su pipa en una repisa, a mitad de camino por uno de los precipicios de Liwedd, y se alejó por un atajo para recuperarla, luego volvió a subir por la misma ruta. Nadie vio qué ruta tomó, pero cuando vinieron a examinarlo al día siguiente para el registro oficial, encontraron un voladizo casi por completo. Por una regla del Club de los escaladores, los ascensos nunca se nombran en honor a sus inventores, sino que solo describen características naturales. Se hizo una excepción aquí. La escalada se registró de la siguiente manera: 'Mallory's Pipe.”

Robert Graves, quien subió con Mallory, en su autobiografía relata esta historia, en ese momento famoso en los círculos de escalada, sobre un ascenso que Mallory hizo durante su juventud en 1908.

Solamente veintidós años tenía Andrew Comyn "Sandy" Irvine cuando se perdió entre las nubes de la arista somital, tal como lo describiera Noel Odell en su célebre relato.

En mayo de 1991, se encontró un cilindro de oxígeno de 1924 alrededor de 8480 metros, unos 20 metros más alto y 60 metros más cerca del primer paso que el piolet encontrado en 1933. Como solo Mallory e Irvine habían estado en la cresta noreste en 1924, este cilindro de oxígeno marcó la altitud mínima que debieron alcanzar en su ascenso final.

Al enterarse de la desaparición de Irvine y Mallory, un amigo de la familia escribió: "Uno no puede imaginar que Sandy se contente con flotar plácidamente en un remanso tranquilo, él era del tipo que debe luchar contra la corriente.” Por su parte, Arnold Lunn, uno de los amigos de Irvine, escribió: "Irvine no vivió mucho, pero vivió bien. En su corta vida acumuló una desbordante medida de actividad que encontró su clímax en su último año maravilloso, un año durante el cual remaba en El barco ganador de Oxford, que exploró Spitsbergen, se enamoró del esquí y, tal vez, conquistó el Everest. Los ingleses prefieren vivir bien que vivir mucho ".

Cualquier cosa que digamos acerca de la epopeya de Mallory e Irvine no tiene mucho sentido. Nada se podrá avanzar con los elementos con que contamos hoy en día. Y si se obtuviesen elementos que confirmaran su logro ¿Cuántas cosas cambiarían? Pocas, la historia ya fue escrita y las páginas que se pasaron no pueden volver a escribirse. Nadie podrá quitar el enorme logro de Hillary y Norgay. Fue ciertamente un enorme logro. Y fueron los primeros, para el momento en que lo lograron, lo fueron. Para este momento actual, también. Para el futuro, pues eso lo desconocemos. Igualmente, nada cambiará. Se dirá que Mallory e Irvine llegaron a la cumbre del Everest veintinueve años antes que Hillary y Norgay, pero cada pareja fue la primera a su manera.

Mallory e Irvine no descendieron, y en eso tiene razón Edmund Hillary: “Si escalas una montaña por primera vez y mueres en el descenso, ¿es realmente una primera ascensión completa de la montaña? Estoy bastante inclinado a pensar personalmente que tal vez sea bastante importante, la bajada y la escalada completa de una montaña está llegando a la cima y volviendo al fondo de forma segura”.

Claro, es un razonamiento propio de Hillary y de su papel dentro de la conquista del Monte Everest. Lógicamente, que para que un ascenso sea completo, debes volver para contar lo que sucedió, o al menos para registrar un ascenso y descenso completo. Pero el que puso el pie primero arriba, haya o no bajado, fue el primero, y eso no se lo quita nadie. El tema es averiguar quién lo puso primero.

Hillary y Norgay se llevaron a la tumba la verdad respecto a quién de los dos puso primero el pie en la cumbre. Dijeron que fueron los dos al mismo tiempo. Me cuesta creerlo.

Mallory e Irvine se llevaron a la tumba la verdad respecto a quién de los dos puso primero el pie en la cumbre, si es que lo pusieron. Dijeron que nos iban a dejar clavada una espina imposible de quitar, para todos aquellos que amamos el montañismo. Y así lo creo.

Quiero soñar un poco ahora. Y veo en aquel mediodía a esos dos puntos, esas figuras imaginarias sortear el último escalón. Veo que uno se adelanta y el otro lo sigue a cierta distancia. Luego, se juntan en al punto más alto y al rato empiezan a descender. Veo a Andrew Irvine poniendo un pie primero en la cumbre, seguido unos minutos después por George Mallory. Pero ojo, es un sueño, yo solo lo veo en mi imaginación. Es quizás lo que mi mente creó desde el mismo momento en que conoció esta maravillosa historia.

El Monte Everest no podría ser el mismo sin esta incertidumbre. Por ello, es necesario que la espina siga clavada por siempre en todos aquellos que amamos el montañismo. La mística es también parte de la montaña.

Tal vez debido a esa mística, Mallory e Irvine son los grandes héroes de esta epopeya. Lo que nadie les quita es el hecho de haber sido pioneros. Grandes pioneros del montañismo mundial. Eso no se lo quita inclusive el llegar a conocer algún día la verdad, sea cual fuere la misma.

Y eso lo supo hasta el propio Edmund Hillary: El lugar que Mallory e Irvine tienen en la historia del alpinismo, ciertamente para mi generación, es un lugar muy dominante, de hecho. Ellos fueron los que realmente hicieron rodar la pelota, en lo que respecta al Everest. Y creo que Mallory tenía un carácter casi inspirador, en lo que respecta a su determinación de tener éxito en el Everest. Él fue el que estimuló no solo a sus compañeros, sino que estimuló al mundo entero a interesarse por el ascenso del Monte Everest. Entonces, fue una figura maestra en los años 20, en lo que respecta al Monte Everest.”

La prudencia de Hillary al referirse a Mallory e Irvine me impresiona. Es una frase muy cuidadosa, que no deja de poner un límite entre el intento y el logro definitivo. Y eso mismo es lo que crea en mí, un sentimiento de incertidumbre.

“Al cabo de quince minutos nos dispusimos a regresar. Primero miramos brevemente a ver si había señales de Mallory e Irvine, pero no vimos nada”. Esta frase de Edmund Hillary resonó en mi pensamiento desde el primer momento en que la leí en el libro de Sir John Hunt, “La ascensión al Everest”. Definitivamente les paso a ustedes la posta para que puedan elaborar su propio análisis.

Investigando algo más profundamente el tema Mallory-Irvine, podemos encontrar algunos resultados interesantes, que, tras un análisis detallado, pueden llegar a inclinar la balanza hacia uno de los extremos. La intrigante historia de esta expedición de 1924, en conjunción con la expedición de 1999 de Conrad Anker cuando se encontró el cuerpo de Mallory, se cuenta en el libro, "Ghosts of Everest", con fascinantes detalles de William Northdurft, quien tuvo acceso completo al Sr. Simonson, Jochen Hemmleb y Larry Johnson, los principales organizadores de la expedición.

Simonson, quien subió al Everest siete veces y alcanzó la cima en 1991, dice que a pesar de las nuevas pistas, artículos personales y notas que se encuentran en una bolsa alrededor del cuello de Mallory y en sus bolsillos, "aún no sabemos si lo logró, pero con esta nueva evidencia, aumenta la posibilidad de que pudieran haberlo logrado ".

Después de que el cuerpo de Mallory fue descubierto y examinado, los miembros de la expedición lo enterraron debajo de las rocas en la ladera y le dieron un servicio religioso en la Iglesia de Inglaterra.

Simonson brinda algunas afirmaciones muy interesantes. En lo que respecta a la vestimenta que utilizaban los pioneros, dice que era bastante sorprendente en este sentido. Llevaban todas las fibras naturales, lana y algodón, y chaquetas de tweed sobre un par de suéteres. Algunos tenían piel de oveja o polainas envueltas. Eran tipos muy duros.

En lo que respecta al cuerpo de Mallory, tenía múltiples capas, dos pantalones largos delgados, la capa del suéter, una camisa, luego la capa a prueba de viento, pero esto sumaba aproximadamente tres cuartos de pulgada. Y llevaban botas clavadas. No llevaban tanta ropa puesta, lo cual es una pista importante porque significa que no pasaron la noche fuera, o en el campamento cerca de la cima.

Al referirse a las circunstancias de la caída de Mallory, Simonson dice que
antes de que los dos hombres desaparecieran, es seguro decir que estaban en lo alto de la montaña, comenzaron a descender a última hora de la tarde, y tuvieron problemas para bajar.

Hubo una tormenta de nieve durante un par de horas, lo que agravó los problemas. Cuando se pone el sol, todo comienza a enfriarse. Mallory se quita las gafas protectoras, que son halladas en su bolsillo, y para entonces el clima se vuelve muy frío. Esto hace que probablemente sufra hipotermia y su cerebro esté confundido. Sabemos que había una pequeña luna esa noche, pero había caído a medianoche y pronto estaba completamente negra. Presumiblemente, cayeron del área de la Banda Amarilla, un lecho horizontal de 210 metros de piedra caliza dorada estriada debajo de la cresta noreste, en algún momento de la noche.

De todas formas, todo esto es especulación, una teoría, pero sustentada en las pistas que se encontraron. Descender desde lo alto de la pirámide de la cumbre y bajar al primer paso, que es una de las tres áreas enormes, inclinadas y rocosas que conducen a la cumbre, les habría tomado cuatro o cinco horas, por lo que no hay forma de que hayan llegado a la cumbre más tarde de las 3 de la tarde. Sabemos que Noel Odell vio a Mallory e Irvine aproximadamente a las 12:50, en la parte superior de uno de los tres pasos, pero no sabemos qué paso. Obviamente, ha habido un gran debate sobre dónde los vio.

Simonson agrega que las notas que encontraron en el bolsillo de Mallory, enumeran seis cilindros de oxígeno y sus presiones. Esto sugiere que tenían más oxígeno de lo que pensábamos, por lo tanto, más tiempo para pasar alto en su día cumbre. Tres botellas habrían durado 12 horas, lo que significa que podrían haber llegado a la cima. Pero debes tener en cuenta que, al calcular su descenso, tienes que llevarlos al punto donde caen. No pueden llegar a la cumbre a las 5 de la tarde porque no hay manera de que puedan descender el segundo y el primer paso en la oscuridad. Y no tenían sus linternas, que se encontraron en 1933 en una tienda de campaña en el sitio del campamento seis. Y no encontramos botellas de oxígeno en los escalones.

Respecto a la cámara Kodak de Mallory, Simonson no sabe que sucedió, pero afirma que Kodak les confirmó que si se pudiera encontrar la película podría revelarse, lo que podría demostrar que habían estado en la cumbre. Dice también –como ya es conocido- que tampoco encontraron la foto de la esposa de Mallory que se suponía que debía llevar consigo a la cumbre.

En lo que respecta a Irvine, dice que en 1975, un escalador chino, Wang Hongbao, aparentemente encontró el cuerpo de un "inglés" sentado, pero no se lo contó a nadie hasta 1979. Al día siguiente perdió la vida como consecuencia de una avalancha y no pudo dar más detalles, con lo cual, existe una buena posibilidad de que Irvine esté allí.

Finalmente deja una reflexión respecto de Hillary: “Hay que darle todo el crédito del mundo. Nunca le quitaría nada a su logro. Siempre ha sido un gran héroe mío, y espero que no se sienta ofendido de ninguna manera por esto.”

Todas estas cuestiones, no logran resolver el problema de fondo. Y es bastante improbable que pueda resolverse en un futuro, a no ser que se dé un golpe de timón decisivo con el descubrimiento de algún elemento concluyente.

Quizás debamos conformarnos con lo que tenemos. Quizás sea también un ejemplificador ardid de la misma montaña, tramado de manera contundente para demostrar al ser humano quién es en definitiva, la que tiene la última palabra.

Y como dijimos antes, quizás también sea bueno dejarlo todo así, como parte de la mística, porque la historia de Mallory e Irvine, genera otras cuestiones íntimamente relacionadas con la de Hillary y Norgay, y todo hace un conjunto que le da un toque de distinción a toda la historia del Everest en general.

El propio Conrad Anker deja algunas reflexiones que van este sentido. En lo que respecta a Irvine piensa que una avalancha lo llevó cerca de la cima de la montaña y lo enterró en el glaciar Rongbuk. Si en algún momento es descubierto, existe la posibilidad de que lleve con él un libro de registro o, lo que es más importante, una cámara de fotos. Pero el 8 de junio de 1924, estaba nublado desde el mediodía hasta dos horas después de la puesta del sol, por lo que, si llegaron a la cumbre o no, la visibilidad y las fotos habrían sido malas.

En lo que respecta a la fotografía de Ruth, la esposa de Mallory, dice que podría haberla perdido en el camino, o podría haberla puesto en un punto alto, no necesariamente en la cumbre. O, si sabía que se estaba muriendo, podría haberla sacado de su bolsillo y retenido en sus manos y luego, pudo haberse volado a causa del viento.

Como reflexión final, Anker concluye diciendo que es mejor dejarlo como un misterio. Deberíamos honrar su intento de cumbre y lo que pudieron hacer dado su equipo limitado y el desafío mental que era escalar el Everest en esa gran era de lo desconocido.

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