Relato

1/3/2020

Everest, el convidado de piedra

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Relato

Una cuesti�n de tiempo

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“En virtud de este privilegio, en testimonio de mi afectuoso respeto por un jefe venerado, y con el objetivo de perpetuar la memoria de ese ilustre maestro de investigación geográfica precisa, he decidido nombrar este noble pico del Himalaya, como Monte Everest.”

Andrew Scott Waugh

 

 

Lo que nunca imaginó George Everest, fue que su nombre iba a llegar tan pero tan alto en la historia, ya no solo del montañismo, sino de la propia humanidad. Hablar de la montaña más alta del mundo encierra hoy por hoy varios aspectos, que van tanto desde lo deportivo hasta lo social, lo humano, lo espiritual, si tenemos en cuenta los enormes intereses que ella encierra. Tan grandes como la misma montaña.

Esa montaña que despierta en mayor o menor medida, distintas sensaciones según el carácter de cada uno. Es una hábil desarrolladora de egos, que llevan al ser humano a límite de estar dispuesto a entregar su propia vida por el inconmensurable hecho de poder conquistarla.

La montaña en general guarda esa característica, pero ésta en especial, encierra condimentos adicionales que, si los ponemos a todos sobre un mismo escenario, pueden llegar a crear situaciones estrafalarias.

El principal condimento es que se trata de la más alta, y el ser humano, debido a su cualidad egocéntrica, tiene la necesidad de demostrar que es un poquito más alto que ella. Son situaciones bastante difíciles de entender.

Sin embargo, para poder comprenderlas, debemos empezar por el principio, para llevar conocimiento acerca de dónde y cómo empieza todo. Ingresamos entonces a la máquina del tiempo e intentamos situarnos allá, no en lo alto, ya que para eso falta mucho, sino en el hábitat, en un sitio tan pero tan remoto, que inclusive llegar a él se convierte en una tarea verdaderamente titánica.

Los datos más lejanos con que contamos se remontan a trescientos años atrás en el tiempo, hasta tal vez mucho más, aunque para estos casos, ese tiempo ciertamente, no suele jugar a favor de la información precisa.

Tenemos entre manos un culto ancestral, en ambas márgenes de la cordillera. Esa cordillera maravillosa que aparte de ser la más alta del planeta, se encuentra enclavada en pleno corazón de dos culturas milenarias: El pueblo tibetano hacia el norte, y el sherpa hacia el sur.  

En medio de ese escenario tan especial, que atrae por el simple hecho de su esencia ancestral, se encuentra nuestro objetivo, la montaña más alta del mundo, que todavía en este punto en que nos depositó esa imaginaria máquina del tiempo, no lleva el nombre bajo el cual inequívocamente todos los occidentales la conocemos.

Pero ellos sí, la conocen. Desde hace mucho tiempo, y la respetan, y saben que se trata de algo muy especial, por eso la veneran, por eso es intocable. De un lado de la cordillera, hacia el norte, en esa enorme planicie que cuenta con uno de los escenarios más perfectos para admirarla, vive el pueblo tibetano. Ellos le guardan un enorme respeto, tan grande como ella misma, y la llaman Qomolangma , traducido como "Santa Madre".

El nombre se registró primero con una transcripción china en el Atlas Kangxi de 1721, y luego apareció como Tchoumour Lancma en un mapa de 1733 publicado en París por el geógrafo francés D'Anville basado en el mapa anterior.

También es popularizado como Chomolungma y Jo-mo-glang-ma. La transcripción oficial en chino es Zh?mùl?ngm? f?ng. También con poca frecuencia se traduce simplemente al chino como Shèngm? F?ng. Existen muchos otros nombres locales, incluyendo Deodungha,  que significa Montaña Sagrada en Darjeeling.

Hacia el otro lado de la cordillera, reside otro pueblo, no menos ancestral que el tibetano, con raíces diferentes, cultura diferente, y estilo de vida también diferente, que se adaptó a lo largo de su historia a la situación geográfica tan particular que la cordillera del Himalaya le propuso.

El pueblo Sherpa, debió forjar su estilo de vida a las grandes alturas y eso particularmente le dio un don adicional y maravilloso, que hoy en día muchos escaladores admiran y también envidian. Ellos la llamaron Sagarm?th? o Sagar-Matha, que significa en sánscrito "madre del universo", con lo cual, vemos que ambas culturas ya lo consideraban como un hito sagrado y claramente destacable entre el resto de las montañas de la región.

El primer boceto del Himalaya conocido con cierta precisión fue elaborado en 1590 por Antonio Monserrate, un misionero español en la corte del emperador mogol Akbar.

Con la llegada del siglo XIX, comenzó la participación de occidente en el mundo del Himalaya. Recién entrado el siglo, en 1802, los británicos comenzaron con un gran estudio topográfico de la India para fijar las ubicaciones, alturas y nombres de las montañas más altas del mundo. La posición geográfica de ese país, por entonces colonia británica, facilitó en cierta medida las cosas. Y decimos en cierta medida, porque no todo fue fácil.

Los británicos tenían acceso al territorio indio, pero no así al de sus vecinos, donde se desarrollan las mayores prominencias de la cordillera, para lo cual, el acceso a las mismas era prioritario, si se pretendía contar con un estudio certero y definitivo.

Iniciando la tarea en el sur del país, los equipos de prospección se movieron hacia el norte utilizando teodolitos gigantes, cada uno con un peso aproximado de 500 kilogramos, que requerían de varios hombres para ser transportados, con el objeto de medir alturas con la mayor precisión posible. Llegaron a las estribaciones del Himalaya en la década de 1830, pero Nepal no estaba dispuesto a permitir que los británicos ingresaran al país debido a su desconfianza por una posible anexión, y principalmente por la experiencia adquirida respecto a lo que sucedía en la vecina India. Como consecuencia de esto, fueron rechazadas varias solicitudes de los topógrafos para ingresar a Nepal con ese objetivo.

Ante esta situación adversa, los británicos se vieron obligados a cambiar la estrategia y realizar sus observaciones desde el Terai, una región localizada al sur de Nepal que es paralela al Himalaya y que como plan alternativo para entonces, significaba la única opción posible de avanzar con los estudios.

El Terai se localiza en la zona baja de las montañas que rodean el Himalaya por el sur, especialmente la cordillera Siwalik y el bajo Himalaya, formando un cinturón de pantanos, sabanas y bosques que recorren India, Nepal y Bután, desde el río Yamuna, en el oeste, hasta el río Brahmaputra, en el este. Es considerada una ecorregión. Por encima del Terai se encuentra el Bhabhar ubicado en la falda de las montañas, un cinturón boscoso de rocas permeables, gravas y areniscas, que acumulan el agua que cae durante los monzones en capas freáticas de hasta 37 metros de profundidad, y la liberan en forma de manantiales sobre los limos y arcillas del Terai, menos permeables.

La región del Terai ocupa en total unos cincuenta mil kilómetros cuadrados, de los cuales treinta mil se encuentran en la India. Desde esa ubicación se llevó adelante la tarea de registrar las alturas a la distancia.

Pero no todo era fácil bajo esas condiciones. Como dijimos, el trabajo se hizo complicado debido a las lluvias torrenciales y la malaria. En esa posición geográfica, el Monzón cae con mucha más intensidad que en las grandes alturas del Himalaya, y aquí es en forma de lluvia, con lo cual todo se dificulta durante al menos cuatro meses del año. Por aquél entonces, mientras se llevaba adelante la primera experiencia con este plan alternativo, tres oficiales murieron a consecuencia de enfermedades, mientras que otros dos tuvieron que retirarse debido a problemas de salud.

Estas adversidades continuaron por algunos años, hasta que, en 1847, retomaron el estudio y desarrollaron observaciones detalladas de los picos del Himalaya desde estaciones de observación de hasta 240 km de distancia. El clima restringió el trabajo a los últimos tres meses del año.

En noviembre de 1847, Andrew Scott Waugh, el topógrafo general británico de la India, hizo varias observaciones desde la estación Sawajpore en el extremo este del Himalaya. Para entonces y debido a la posibilidad de poder acceder al mismo, el Kangchenjunga pudo ser evaluado con mayor precisión y fue considerado el pico más alto del mundo, mientras de reojo se observaba un pico a la distancia, a unos 230 kilómetros al oeste. John Armstrong, uno de los colaboradores de Waugh, también lo vio desde un sitio más al oeste y lo llamó pico "B".

Más tarde, Waugh escribiría que las observaciones indicaban que el pico "B" era más alto aún que el Kangchenjunga, pero dada la gran distancia de las observaciones, se requerían mediciones más cercanas para la verificación. Al año siguiente, Waugh envió a un funcionario de regreso al Terai para hacer observaciones más cercanas del pico "B", pero el Monzón frustró el intento.

En 1849, Waugh envió a James Nicolson al área, quien hizo dos observaciones desde Jirol, a 190 kilómetros de distancia. Luego, Nicolson tomó el teodolito más grande y se dirigió hacia el este, obteniendo más de 30 observaciones de cinco ubicaciones diferentes, siendo la más cercana a 174 kilómetros del pico en cuestión, que, para entonces, ya era visto con mucha más atención.

Para ese momento, el hecho de no poder acceder a las proximidades de la montaña debido a las restricciones impuestas por el Reino de Nepal, paso a ser uno de los problemas más irresolubles que obligaba a tomar otras medidas que, en definitiva, derivaban en la falta de certeza para los datos obtenidos.

Nicolson se retiró a Patna en el Ganges para realizar los cálculos necesarios basados ??en sus observaciones. Sus datos en bruto dieron una altura promedio de 9200 metros para el pico "B", pero no consideró la refracción de la luz, lo que distorsiona las alturas.

No obstante, el número indicaba claramente que el pico "B" era más alto que el Kangchenjunga. Para entonces, como era bastante habitual, Nicolson contrajo malaria, y se vio obligado a regresar a casa sin terminar sus cálculos. Michael Hennessy, uno de los asistentes de Waugh, había comenzado a designar picos basados ??en números romanos, teniendo al Kangchenjunga como Peak IX. En consecuencia, el pico "B" pasó a llamarse desde ese momento, pico XV.

La historia de Sikdar es parte decisiva en todo el proceso de identificación y registro del pico XV. Tal vez hubiese merecido un lugar más destacado en la historia de esta montaña, la más importante de todas las montañas. Pero no fue así. Lo rescatamos entonces desde la letra chica de este pico, y vamos a los hechos concretos.

Algún tiempo antes, en 1831, George Everest, estaba buscando un joven matemático brillante con especial competencia en trigonometría esférica, el maestro de matemáticas del Hindu College, John Tytler, recomendó a su alumno Sikdar, que entonces solo tenía 19 años. Sikdar se unió a la Gran Encuesta Trigonométrica (GTS) en Diciembre de 1831 en modo "computadora", con un salario de treinta rupias por mes. Pronto fue enviado a Sironj cerca de Dehradun, donde se destacó en topografía geodésica. Además de dominar los procesos geodésicos habituales, inventó algunos de los suyos. Everest quedó extremadamente impresionado por su desempeño, tanto que cuando Sikdar quiso dejar la GTS y ser un coleccionista adjunto, Everest intervino y proclamó que ningún funcionario del gobierno puede cambiar a otro departamento sin la aprobación de su jefe. Everest se retiró en 1843 y para cuando Andrew Scott Waugh lo reemplazó, Sikdar continuaba siendo parte fundamental del proyecto, que ahora empezaba a tomar forma con un hecho por demás especial y destacable.

En 1852, radicado en Dehradun, Radhanath Sikdar, fue el primero en identificar al Pico XV como la montaña más alta del mundo, utilizando cálculos trigonométricos basados ??en las mediciones de Nicolson. Sickdhar, que tenía 39 años cuando hizo su descubrimiento, fue uno de los héroes desconocidos de la hazaña.

Sikdar, hijo de un brahmán bengalí, nació en octubre de 1813 en Jorasanko, la ciudad vieja de Calcuta. Estudió matemáticas en el famoso Hindoo College de la ciudad y tenía conocimientos básicos de inglés. Adicto al trabajo, nunca se casó, sino que dedicó su vida a los cálculos matemáticos.

Y esas habilidades matemáticas fueron esenciales para su trabajo y posteriormente, el propio George Everest, lo reconoció como un matemático de genio raro. Su mayor contribución al cálculo, fue hacer ejercicio y aplicar la asignación para un fenómeno llamado refracción: la curvatura de las líneas rectas por la densidad de la atmósfera de la Tierra.

Al igual que el propio George Everest, es muy probable que Sikdar nunca haya visto al por entonces llamado Pico XV.

Pero volviendo unos años atrás, el Pico XV fue identificado por primera vez como un posible contendiente para el pico más alto del mundo en 1847, cuando los topógrafos lo vieron cerca de Darjeeling.

Tengamos en cuenta que, para entonces, realizar una medición de este tipo, constituía sin lugar a dudas una tarea titánica. Sin embargo, el anuncio oficial de que el Pico XV era el más alto se retrasó durante varios años, debido a las sucesivas verificaciones que se realizaron antes de dar a conocer la noticia.  

Waugh comenzó a trabajar en los datos de Nicolson en 1854, y junto con su personal pasó casi dos años trabajando en los números, teniendo que lidiar con los problemas de refracción de la luz, presión barométrica y temperatura a lo largo de las grandes distancias de las observaciones.

Finalmente, en marzo de 1856, anunció sus hallazgos en una carta a su adjunto en Calcuta. Se declaró que el Kangchenjunga tenía 8582 metros, mientras que el Pico XV tenía una altura de 8840 metros. 

Para entonces, Waugh concluyó que el Pico XV era "probablemente el más alto del mundo". El anuncio indicaba que el pico XV tenía exactamente 8839.2 metros de altura, aunque se declaró públicamente era de 8839.8 metros para evitar la impresión de que una altura exacta de 29000 pies (8,839.2 metros) nada más que una estimación redondeada.

Pero veamos proyectada en el tiempo, la exactitud de aquella medición, con los elementos que por entonces se contaban. Estamos hablando de hace ciento setenta años. Como dijimos Andrew Waugh anunció que el Pico XV tenía una altura de 8840 metros. La altura de 8848 metros es reconocida oficialmente por Nepal y China al día de hoy. Estamos hablando de un error de tan solo ocho metros respecto a la medida establecida en 1856. Y que más: ¡Esa altura fue calculada a no menos de 174 kilómetros de distancia!

La elevación de 8848 metros se determinó en 1956 a través de un relevamiento indio, realizado próximo a la montaña, también utilizando teodolitos. En 1975 se reafirmó posteriormente con una medición china la altura de 8848,13 metros.

En ambos casos se midió la capa de nieve, no la cabeza de roca. En mayo de 1999, una expedición estadounidense al Everest, dirigida por Bradford Washburn, ancló una unidad de GPS en la roca madre más alta. A través de este dispositivo se obtuvo una elevación de la cabeza de roca de 8850m y una elevación de nieve e hielo de 1 metro.

Poco se sabe sobre los primeros años de George Everest en India, pero se conoce que tenía talento para las matemáticas y la astronomía. Fue enviado a Java en 1814, donde el teniente gobernador Stamford Raffles lo designó para inspeccionar la isla. Regresó a Bengala en 1816, donde mejoró el conocimiento británico del Ganges. Luego inspeccionó una línea desde Calcuta a Benarés, que abarca aproximadamente 640 kilómetros. El trabajo de Everest llamó la atención del Coronel William Lambton, el líder de la Gran Encuesta Trigonométrica (GTS), quien lo designó como su asistente principal. Se unió a Lambton en Hyderabad en 1818, donde estaba en el proceso de inspeccionar un arco meridiano hacia el norte desde el cabo Commorin. Fue responsable de gran parte del trabajo de campo, y en 1820 contrajo la malaria, lo que requirió un período de recuperación en el Cabo de Buena Esperanza.

Everest regresó a la India en 1821. Tras la muerte de Lambton en 1823 extendió los esfuerzos de su predecesor en el arco hasta Sironj, en la actual Madhya Pradesh. Sin embargo, Everest tenía problemas de salud y los efectos de la fiebre y el reumatismo lo dejaron medio paralizado. Se retiró a Inglaterra en 1825, donde pasó los siguientes cinco años recuperándose.

Mientras tanto, fue elegido miembro de la Royal Society en marzo de 1827. La mayor parte de su tiempo libre lo dedicaba a presionar a la East India Company para obtener mejores equipos.

En junio de 1830, Everest regresó a la India para continuar su trabajo en la GTS, y fue nombrado al mismo tiempo Topógrafo General de la India. El arco desde Cape Commorin hasta la frontera norte de la India británica se completó finalmente en 1841, bajo la supervisión de nuestro ya conocido, Andrew Scott Waugh.

Para su consternación, gran parte de su tiempo lo dedicaba a asuntos administrativos, así como a combatir las críticas desde su madre patria. La East India Company tuvo provisionalmente a Thomas Jervis como sucesor de Everest, y Jervis posteriormente entregó una serie de conferencias a la Royal Society sobre las deficiencias percibidas de los métodos de Everest.

En respuesta, Everest escribió una serie de cartas abiertas al príncipe Augusto Federico, duque de Sussex, presidente de la sociedad, en las que criticó a la sociedad "por entrometerse en asuntos de los que saben poco". Jervis se retiró de la disputa, y Everest aseguró con éxito el nombramiento de su protegido Andrew Waugh como su sucesor. Renunció en noviembre de 1842 y su comisión fue revocada formalmente en diciembre de 1843, momento en el que regresó a Inglaterra.

En 1847, Everest publicó un informe respecto de la medición de dos secciones del arco meridional de la India, por el cual la Royal Astronomical Society le otorgó una medalla. Más tarde fue elegido miembro de la Royal Asiatic Society y la Royal Geographical Society.

Everest fue ascendido a coronel en 1854. Murió en su casa en Hyde Park Gardens el 1 de diciembre de 1866, sin haber visto nunca la montaña más alta del Mundo que hoy en día, para el mundo occidental, lleva su nombre.

Ahora bien, ¿Cómo llega el Pico XV a tomar el nombre de George Everest? Fue el mismo Andrew Waugh quien propuso en 1956 a la Royal Geographical Society, bautizar al Pico XV con el nombre de su superior, que fue en definitiva quién lo había promovido a realizar todas las tareas de medición que Waugh realizó con la ayuda de Sikdar.

El nombre "Monte Everest" se propuso por primera vez en esta carta de 1856, enviada por Andrew Waugh a la Royal Society, publicada más tarde en 1857, en el que la montaña se confirmó por primera vez como la más alta del mundo. Esta es la traducción de la misiva textual enviada por Waugh:

“Oportunamente transmití un memorándum geográfico sobre la identificación y revisión de la altura de la famosa montaña “Dwalagiri”, medida originalmente por el Capitán W.S. Webbe, y que en algún momento se suponía que era la montaña más alta del mundo. Mi trabajo en 1847 demostró que Kunchinginga (Kangchenjunga) era mucho más alto.

Se sabe que los cálculos de las posiciones y elevaciones de todos los picos principales del estupendo Himalaya, que comprende 18 grados de longitud, desde Assam hasta Safed Kho, se han completado provisionalmente, y tengo la intención de hacer de este tema uno de informe especial para su publicación.

Sin embargo, antes de la publicación, es esencial que los cálculos se revisen escrupulosamente y se introduzcan todos los refinamientos de corrección. Esto no espero que modifique materialmente los resultados.

La revisión ha continuado hasta cierto punto, y ahora estoy en posesión de los valores finales para el pico designado XV en la lista de la Oficina del Agrimensor General de la India.

Desde hace algunos años sabemos que esta montaña es más alta que cualquier otra medida hasta ahora en la India, y muy probablemente es la más alta del mundo.

Mi jefe de respeto y predecesor, el coronel Everest, me enseñó a asignar a cada objeto geográfico su verdadera denominación local o nativa. Siempre me he adherido escrupulosamente a este papel, como de hecho a todos los demás principios establecidos por ese eminente graduado.

Pero aquí hay una montaña, probablemente la más alta del mundo, sin ningún nombre local que podamos descubrir, o cuya denominación nativa, si es que tiene alguna, probablemente no se determinará antes de que se nos permita penetrar en Nepal y acercarnos a esta estupenda masa nevada.

Mientras tanto, el privilegio, así como el deber, me incumbe asignar a este elevado pináculo de nuestro globo, un nombre por el cual puede ser conocido entre los geógrafos y convertirse en una palabra familiar entre las naciones civilizadas.

En virtud de este privilegio, en testimonio de mi afectuoso respeto por un jefe venerado, de conformidad con lo que creo que es el deseo de todos los miembros del departamento científico, sobre los cuales tengo el honor de presidir y con el objetivo de perpetuar la memoria de ese ilustre maestro de investigación geográfica precisa, he decidido nombrar este noble pico del Himalaya, como Monte Everest. Los valores finales de las coordenadas de posición geográfica de esta montaña son los siguientes: Latitud: 27 49 16 7 - Longitud 86 58 5 9, Pies: 29002.”

Obsérvese un detalle muy importante en este texto que definitivamente influye en el nombre dado a la montaña. Se puede ver que hace referencia a la problemática de entonces en el sentido de poder acceder al territorio de Nepal. Esa imposibilidad no le ha permitido conocer el nombre local de la montaña, el cual –según se encarga de aclarar el autor- es siempre respetado para denominar los nuevos picos. De esta manera y casi diríamos de manera afortunada, inmediatamente el autor toma el estandarte y decide denominarla en favor de George Everest.

En la fuente donde hemos tomado este texto, no deja muy claro que el mismo haya sido redactado por Andrew Waugh, pero inequívocamente ha sido el autor del mismo, hecho que podemos inferir al leer el último párrafo, conociendo de antemano que fue Waugh quien propuso el nombre de la montaña.

Nos detenemos aquí un momento para realizar un breve análisis en este sentido. La gran mayoría de los picos mayores a siete mil metros del Himalaya, llevan sus nombres locales, con excepción de aquellos innombrados para aquellos tiempos, que luego de ser conquistados, adoptaron el nombre de su conquistador, en muy pocos casos. Si nos remitimos exclusivamente a los ochomiles de China y Nepal, tenemos al Kangchenjunga, Lhotse, Makalu, Cho Oyu, Manaslu, Annapurna y Shisha Pangma, todos con nombres locales. Ahora bien, es solo el Monte Everest, el único en el cual –para el mundo occidental lógicamente- no se ha respetado la tradición en cuanto a su denominación, basado en el hecho muy bien aprovechado en este sentido por Waugh de no poder conocer su nombre local, debido a las propias restricciones impuestas por aquél entonces por el gobierno del Reino de Nepal. Posteriormente si se supo cual, o cuales, eran esos nombres locales para la montaña más alta del mundo, la cual los propios pobladores ya habían identificado como un algo superlativo, fuera de lo común, como lo más relevante e importante de la cordillera, y en este sentido la veneraron.

Pasado el tiempo, el nombre occidental ya estaba adoptado, y no había vuelta atrás. Los británicos ya habían tomado como propia a la montaña y ahora, el siguiente paso era poseerla, no en el sentido territorial –porque no podían- sino que en lo referente a su conquista.

Ese próximo objetivo debía esperar aún noventa años más si nos ubicamos en los tiempos de George Everest, Waugh y Sikdar.

En definitiva, George Everest fue el impulsor y Waugh y Sikdar quienes realizaron las tareas específicas en el campo, que llevaron al descubrimiento de la montaña más alta del mundo, junto con otras tantas por supuesto.

Ahora bien, ¿Tuvo George Everest el mérito suficiente para que la montaña adoptara su nombre? Ese razonamiento se los voy a dejar a ustedes, no sin antes darles algunos elementos importantes que forjaron las bases para los posteriores trabajos de Waugh y Sikdar, como de otros tantos científicos que en definitiva contribuyeron a la titánica tarea de registrar los picos más altos del planeta.

En noviembre de 1825, Everest regresó a Inglaterra, trayendo consigo las observaciones matemáticas, y los cálculos para el Gran Arco hasta el momento. Durante los siguientes cinco años trabajó en mejoras para la encuesta y compiló una cuenta del trabajo realizado entre los paralelos de 18 grados 03’ y 24 grados 07’. Everest pasó mucho tiempo en el taller de los fabricantes de instrumentos Troughton y Simms, donde se estaban construyendo treinta y seis teodolitos adicionales, un nuevo sector cenital y seis pequeños teodolitos.

En este sentido, Everest escribió para el Royal Survey: "He dedicado tiempo considerando la mejora del teodolito común, que es engorroso y más costoso de lo necesario, y después de un examen frecuente de todos los mejores dispositivos con los que pude encontrarme en la forma de varios fabricantes en Londres, el Sr. Simms, a mi sugerencia, diseñó el instrumento que contiene todas las partes útiles de la construcción anterior, está bastante libre de aparatos superfluos y es más barato. El modelo tiene solo 5 pulgadas de diámetro, pero el principio es tan perfectamente aplicable a todos los instrumentos para triángulos secundarios que respetuosamente recomendaría la conveniencia de adoptar esto como la forma de la Honorable East India Company para todos los pequeños teodolitos que no excedan las 12 pulgadas de diámetro”.

El siguiente tema que Everest abordó fue la medición de distancias. Se enteró del trabajo del coronel Colby, con barras compensadoras en el Irish Survey, y lo visitó allí en 1829. Al estar muy impresionado con el sistema de Colby, adquirió un doble juego de seis barras para el Great Trigonometrical Survey, y practicó con ellos en Greenwich.

Al mismo tiempo, Everest elaboró un documento que resumía las necesidades de reparación y reemplazo del instumental de la Encuesta, mostrando que la solución más rentable era tener un fabricante de instrumentos ubicado en India. Su solicitud fue concedida, y Henry Barrow fue designado para el trabajo. Más tarde, en India, fue Barrow quien reparó laboriosamente el dañado teodolito de Cary, ganándose su elogio del Everest: "Debo hacer justicia con este artista para decir que por excelencia en la mano de obra, precisión de división, estabilidad, regularidad y La ligereza del movimiento, y la pulcritud general, la elegancia y el buen ajuste de todas sus partes, no solo se superaron mis expectativas, sino que realmente creo que es en su conjunto tan inigualable en el mundo, ya que es único ".

En junio de 1830, George Everest regresó a la India, esta vez como Surveyor General, además de su puesto como superintendente de la Gran Encuesta Trigonométrica. Durante el primer año, pasó poco tiempo en el trabajo de campo, ya que organizó encuestas generales de mapeo.

El primer trabajo de Everest fue crear una línea de base cerca de Dehra Dun usando las barras compensadoras de Colby. La línea de base fue meticulosamente inspeccionada, utilizando todas las precauciones para salvaguardar su precisión. Luego conectó la línea de base Dehra Dun a la línea de base Sironj, a una distancia de más de seiscientos kilómetros, usando una parrilla de triangulación. Esto fue a través de una vasta llanura, que requirió la construcción de torres de mampostería, diseñadas por Everest, la mayoría de ellas de más de 15 metros de altura.

El gran teodolito fue elevado a la cima, y ??Everest realizó y registró las observaciones. Durante el día, se colocaban heliotropos en puntos distantes, reflejando destellos brillantes de luz solar hacia las torres de reconocimiento. En los días en que la refracción se convirtió en un problema, las observaciones se tomaron por la noche, usando una versión india de la lámpara reverberatoria que se podía ver desde más de quince kilómetros, y a veces usando luces azules cilíndricas cuyo alcance visible podría exceder los veinte kilómetros.

El transporte fue interesante; una incursión típica incluía cuatro elefantes, treinta caballos para los oficiales militares y cuarenta y dos camellos para suministros y equipo. Los aproximadamente setecientos trabajadores viajaron a pie. El progreso fue constante; en mayo de 1836, la mitad de la brecha entre Sironj y Dehra Dun se había completado, y el resto se completó la siguiente temporada.

Everest luego dirigió su atención a las observaciones astronómicas a lo largo del arco de meridianos, especialmente en Kalianpur (24 grados 07'). Desafortunadamente, la mala salud le impidió completar esta tarea, por lo que fue Andrew Waugh quien intervino para terminar el trabajo, incluida la medición de la línea de base Bidar con las barras compensadoras Colby.

En 1841, habían pasado veintitrés años desde el momento en que Everest comenzó a trabajar en el Gran Arco. Le llevaría dos años más completar los cálculos y compilar los resultados antes de retirarse y regresar a Inglaterra.

En 1848, la Royal Astronomical Society le otorgó altos honores. Al hacer la presentación, Sir John Herschel dijo: “El Gran Arco Meridiano de India es un trofeo del cual cualquier nación, o cualquier gobierno del mundo, tendría motivos para estar orgullosos, y será uno de los monumentos más duraderos de su poder y respeto ilustrado por el progreso del conocimiento humano".

Independientemente al hecho que nunca George Everest pudo ver su propia montaña, queda claro que ha sido el gran precursor para que el Pico XV pasara a tener una posición privilegiada dentro de todas las montañas del mundo. Y no solo eso, el registro de los grandes picos del Himalaya tuvo su origen en el Gran Arco Meridiano construido por George Everest.

Por aquél entonces, no se le cruzaba la idea a nadie respecto a poder subir la mítica montaña. De hecho, la cuestión era mucho más sutil, simplemente era ya todo un éxito el hecho de aproximársele y poder visualizarla a corta distancia.

Cuestiones políticas y geográfica hicieron mucho más difícil la tarea sobre el terreno, para una época donde los avances tecnológicos se medían en toneladas, si tenemos en cuenta el enorme despliegue logístico necesario para desarrollar cualquier tipo de investigación, o medición, para el caso que nos toca. El simple hecho que un teodolito pesara algo más de quinientos kilos, nos muestra ya con qué elementos debían lidiar estos científicos.

Dejando las cuestiones políticas de un lado, el ámbito geográfico y humano otorgaba otro tipo de condimentos adicionales: las enfermedades, que en muchos casos obligaban a detener por largo tiempo los procedimientos, si es que no antes, se cargaba la vida de los protagonistas.

Por otro lado, el contar con la posibilidad de operar desde la India, colonia Británica hasta 1947, claramente se vio reflejado en los acontecimientos que acabamos de detallar. Por una parte el Kangchenjunga, localizado en el cordón del Himalaya limitante entre Nepal e India, contaba con un relevamiento mucho más accesible que el Monte Everest, por entonces Pico XV, que ante la negativa del gobierno de Nepal de permitir a los equipos británicos el acceso al terreno, debieron realizar las mediciones a la distancia, y estamos hablando de no menos de doscientos kilómetros. Es como medir la altura de una maceta situada en el jardín del vecino, desde nuestro propio patio, equipados solamente con una regla que no podemos utilizar.

Este no fue un tema menor. El hecho de contar con el acceso directo desde la India, permitió a los británicos desplegar todo el estudio topográfico realizado en la región del Himalaya oriental, y poder inferir en una primera instancia, confirmándolo posteriormente con datos fehacientes, acerca de la existencia de la montaña más alta del planeta.

Además de las expediciones topográficas, varios estudios científicos del Himalaya se llevaron a cabo en el siglo XIX. Entre 1848 y 1849, el botánico inglés Joseph Dalton Hooker realizó un estudio pionero de la vida vegetal de los Himalayas Sikkim. Fue seguido por muchos otros, incluido (a principios del siglo XX) el naturalista británico Richard W.G. Hingston, quien escribió valiosos relatos de la historia natural de los animales que viven en elevaciones altas en el Himalaya.

Durante todo el siglo XIX y los comienzos del XX, todo el Himalaya fue británico, siempre sustentado en el hecho de su proximidad al contar con un punto de apoyo en la India.

Algo después, con posterioridad a la Segunda Guerra Mundial, el Survey of India preparó algunos mapas a gran escala del Himalaya a partir de fotografías aéreas. Partes de los Himalayas también fueron mapeadas por geógrafos y cartógrafos alemanes, con la ayuda de la fotogrametría terrestre. Además, se ha empleado el reconocimiento satelital para producir mapas aún más precisos y detallados. Las fotografías aéreas se han utilizado junto con otros métodos de observación científica, para monitorear los efectos del cambio climático en el medio ambiente del Himalaya, especialmente la recesión de los glaciares.

Pero volviendo al tema que nos ocupa, los Himalayas y en especial el ex Pico XV, ahora Monte Everest, o Sagarmatha, o Chomolungma, como más les guste denominarlo, a todo el período de exploración y medición, le siguieron los primeros intentos de montañismo, en la región que cobija las montañas más altas de la Tierra.

De hecho, el montañismo del Himalaya comenzó en la década de 1880 con el británico W.W. Graham, quien afirmó haber escalado varios picos en 1883. Aunque sus informes fueron recibidos con escepticismo, despertaron interés en el Himalaya entre otros escaladores europeos. Lejos estaban aún los primeros intentos al Monte Everest.

A principios del siglo XX, el número de expediciones de alpinismo aumentó notablemente a la Cordillera Karakoram y al Himalaya de Kumaun y Sikkim. Entre ambas grandes guerras, se desarrolló una cierta preferencia nacional por los diversos picos: los alemanes se concentraron en Nanga Parbat y Kanchenjunga, los estadounidenses en K2 y los británicos en “su” montaña predilecta: el Monte Everest.

Los intentos de escalar el Everest comenzaron en 1921, y alrededor de una docena de ellos se emprendieron antes de que se concretara el éxito en mayo de 1953 por Sir Edmund Hillary y su compañero sherpa Tenzing Norgay, miembros lógicamente, de una expedición británica. Pero ya trataremos este tema en detalle más adelante. Paradójicamente, ese mismo año, un equipo austro-alemán dirigido por Karl Maria Herrligkoffer llegó a la cumbre de Nanga Parbat.

¿Que podemos inferir de todo esto? Claramente, en eterno enfrentamiento entre británicos y alemanes para el período de post primera guerra mundial, se propagó al Himalaya, y su vecino, el Karakoram, que en definitiva es la parte más occidental de la cordillera del Himalaya.

Los británicos fijaron su meta en el Monte Everest, por el cual tanto habían bregado. Los alemanes se enfocaron en una montaña también superior a los ocho mil metros, pero mucho más técnicamente letal: el Nanga Parbat. Intentaron demostrar su poderío durante el período inter guerras en estos dos exponentes, sin resultados concretos, para luego retomarlo una vez finalizada la segunda guerra, y allí sí, casi al mismo tiempo, en cada uno de sus baluartes, pudieron desplegar todo su poderío, en este aspecto en particular.

George Everest por su parte, se cargó el nombre de la montaña más alta del mundo, casi sin quererlo y mucho menos conocerla. Los británicos luego de identificarlo, se fijaron la meta casi obligada de ser los primeros en poner un pie arriba de ella.

Lo que claramente podemos sacar en limpio de todo esto que hemos visto, es la enorme, descomunal y precisa tarea de los topógrafos británicos que realizaron el relevamiento hace ya más de ciento cincuenta años, a una distancia no menor de ciento setenta y cuatro kilómetros, y con elementos tecnológicos que ellos mismos crearon para tal fin.

Si George Everest no llegó a contar con los pergaminos suficientes para darle el nombre a la montaña más alta del mundo, pues a mi humilde entender, no existió en este planeta otra persona, excepto Andrew Waugh y Radhanath Sikdar, que pudiese cargar con semejante privilegio.

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