Poes�a

1/2/2018

Rio Branco

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Poes�a

Rio Branco

1122 18



Rio Branco

 

 

I

Del silencio en el mar de Urca

 

 (Una playa deslumbrante producto de su entorno, que incita a la imaginación))

 

El silencio perfecto

solo se percibe en la montaña

y en la noche, todo vasto y despoblado

sin el viento que quiebra irremediablemente

su propia esencia

plasmada en las hojas de los árboles

que se baten y deambulan

ligadas al propio movimiento.

 

El silencio no duerme.

no sucumbe ante el manto de la noche

ni padece insomnio

es tan solo un efecto, precioso si se quiere

de la ausencia de movimiento.

 

El silencio busca cómplices

que puedan vivenciarlos

que queden eternamente atrapados

en perfecta limerencia

con esa maravillosa ausencia de sonidos.

 

El sonido.

Es quien resalta la simpleza del silencio.

Intenta por todos los medios

quebrar su sutil magnificencia,

a veces con destreza

y otras con dulzura que no hacen otra cosa

que embelesar nuestro entendimiento.

 

Con la suave brisa matinal

que asciende sobre una playa amarilla

sometida por un mar enamorado

de ese mismo matiz de oro

casi como fuera de lugar y tiempo.

Encuadrada entre dos moles

graníticas e indemnes

que marcan presencia.

 

Es una manera de quebrar al silencio

de la forma más hermosa,

con la brisa incandescente

de Praia Vermelha.

 

Allí, junto a Urca,

donde viven por siempre

los recuerdos de un vestido,

y del mismo muerto

que apareció una tarde

todo cubierto de sal.

Pero eso es otra historia.

 

 

 

II

Libro de frases na Praia do Leme

 

(Un libro de bronce que guarda misterios indescifrables y solo visibles a nuestra imaginación)

 

De un cuaderno de notas

protegido por el frío metal

en una tarde de lluvia

que vuelca todo su llanto

sobre el mar de Leme.

 

¿Cuántas ideas guarda y protege?

Veamos entonces.

El humo de un cigarrillo

recién encendido que me despierta

y me lleva a ese recinto

tan repleto de ideas

y de miradas de Ulisses

que ahora viven eternas

plasmadas en bronce y granito

junto a la arena

ardiente de febrero

temporada de fiestas

las mejores si se quiere

de un Rio de carnaval.

 

 

 

 

III

Noches de carnaval

 

(Las noches de brillo que forjan el espíritu de una ciudad que vive de él; y un miércoles de ceniza que vuelve las cosas a su lugar)

 

Suspendida en las tinieblas

vienen a la memoria

aquellas noches de festejo

y licores, y caña,

bajo la estéril silueta

de un calor sofocante

de febrero.

Desde ambas veredas

del Marquês de Sapucaí

brilla la deslumbrante presencia

de un suspiro del alma

desplegado en una fiesta

de razas, gentes y quehaceres

que viven todo un año

pendientes del febrero.

Ese febrero que es la vida

y la sana intención de competencia

que hace a la esencia pura

de la fiesta.

 

Entre suspiros y licores

bailes, colores y festejos

bajamos hacia otro Río

el gran inspirador

de aquellos tiempos.

 

Y un miércoles de ceniza

que baja la realidad

y guarda el festejo glamoroso

hasta el próximo año.

 

 

 

IV

Sao Joao Batista

 

(La historia viva de una ciudad dormida en un cementerio)

 

Un lugar al cementerio

ese rincón que estremece

no por su afluencia de muertos

sino por algo más simple

y sutil al pensamiento.

Todo lo grande que encierra

el gran templo de esos muertos

que viven en cada suspiro

de una ciudad que cobija

toda su arte y su esencia

que el tiempo guarda sublime

bajo la piedra caliente

de algún verano de fuego.

 

Y en las mañanas de invierno

cuando sopla suave brisa

trae resabios de versos

dormidos entre sus tumbas

que claman ser descubiertos.

 

El arte expresa su grito

bordeando aquél cementerio

repleto de tantas historias

de un Rio que fue creciendo

recostado tras los morros

que forjaron su sustento.

 

Sao Joao Batista protege

de una ciudad sus cimientos

que hicieron la gran historia

del gran Rio de desvelos.

 

Allí ella por ejemplo,

duerme su sueño eterno

de bahiana con sus gestos

y su Banana da Terra

da lugar a aquél recuerdo.

Que ahí descansa un ratito

solo por un breve tiempo

ya que sin previo aviso

vuelve a entrar en movimiento

de Carmen, la gran Miranda

Sao Joao Batista su lecho.

 

En el viven los recuerdos

aferrados al presente.

Ellos no duermen, quizás,

quizás se encuentran despiertos

tramando nuevas historias

en la ciudad de los muertos.

 

 

 

 

 

V

Tom Jobim

 

“Minha alma canta Vejo o Rio de Janeiro.

Estou morrendo de saudade.

Rio, teu mar, praias sem fim,

Rio, você foi feito pra mim”

- Antonio Carlos Jobim

 

 

 

Glosando a Tom Jobim

 

“Esse teu olhar

quando encontra o meu

fala de umas coisas que eu não posso acreditar...

doce é sonhar, é pensar que você,

gosta de mim, como eu de você...

mas a ilusão,

quando se desfaz,

dói no coração de quem sonhou,

sonhou demais...

Ah, se eu pudesse entender,

o que dizem os seus olhos.”

 

 

Soñar tan solo por soñar con tu mirada

al encontrarse con mis ojos sin pensar

que dilema de ti, mi dulce enamorada

com teu maneira de olhar.

 

Tus dulces ojos que me dicen tantas cosas

condescendientes con mi forma de soñar

son muchas frases que en mi suenan tan hermosas

eu não posso acreditar...

 

Ese es mi corazón, cruel y eterno culpable

de una ilusión que ninguno de mis ojos ve

de ti quiero saber tal vez si es probable

si gosta de mim, como eu de você...

 

Si llego a comprender que dice esa mirada

vería si es un sueño que puedo sostener

quitarme esa duda que nubla esta jugada

se eu pudesse entender.

 

 

 

VI

Vinicius

 

“Olha que coisa mais linda, mais cheia de graça

É ela a menina que vem e que passa

num doce balanço caminho do mar.

Moça do corpo dourado, do sol de Ipanema

o seu balançado é mais que um poema

é a coisa mais linda que eu já vi passar.”

 

 

Un soneto para Vinicius

 

Solo enciende la lámpara un momento

absorto contemplando el cigarrillo

y fluye de su mano un chascarrillo

colándose en la pluma el sentimiento.

 

Y brota de la mente de Ipanema

sus sueños y desvelos de amoríos

son sueños más soñados que los míos

inmersos en el cuerpo de un poema.

 

De un Rio y algún bar vivificante

perdido en los aromas de verbenas

renace la figura del amante,

 

rendido en plenitud con su faena

por la belleza sutil y atrapante

en figura curtida por la arena.

 

 

 

 

VII

Copacabana

 

De un mar azul plagado de misterios

que hablan de historias

quizás imperfectas

que brotan de sus olas.

Mar azul, profundo como el cielo

rendido ante la arena

ardiente de un verano

que juega con la sal

y cuerpo de madréporas

que fluyen de sus manos.

 

De ese mar

tomaré un simple gesto

el de permanecer

indemne ante la brisa

que surge puntual en la bahía

en cada fresca mañana de invierno.

 

De un Rio puro

el alma de su cuerpo

se eleva brotando en esta playa

y cubre suavemente con su manto

a la ciudad que dulce la resguarda.

 

 

 

 

VIII

Río Branco

 

(De un Río de otra época)

 

 

De un blanco resplandor que tiñe la mañana

que trae recuerdos de historias y de versos

despierto y los encuentro desde hora temprana

en la arena dispersos.

 

De arena clara como el blanco de tus ojos

que a mi mente reclaman contemplando al mar

diagramando en mi cuerpo solo los despojos

que encuentro al recordar.

 

 

(De un amor en aquella playa)

 

 

La historia de un amor grabada en una playa

de tibia a incandescente en mi mente soslaya.

 

Te veo y te imagino surgiendo entre la arena

tu imagen predispuesta que a mi cuerpo condena.

 

De un mar azul profundo bañando tu figura

excusa de las olas que muestran tu frescura

 

De un Río de otro tiempo que surge en la Gavea

se clava en mi memoria y permite que te vea.

 

Se extiende por la playa y entonces yo te espero

jugando con la brisa en las tardes de febrero.

 

Y luego cuando el día se esconde en la montaña

resurgen los perfumes de un cuerpo que se extraña.

 

De aquél verano hermoso que vive en los noventa

hoy guardo tu figura que el tiempo representa.

 

..

 

(Del recuerdo de una balsa que vive en la memoria de un niño)

 

 

En aquella esquina

había un café.

Hoy no tengo ni idea

si sigue allí

o que fue de él.

 

Recuerdo aquella mañana

de finales de marzo (o sería comienzos)

en ese café

de Río Branco y Presidente Vargas

había un señor bajito

que le explicaba a él

en un lenguaje que yo no entendía

como debía hacer

para llegar a la balsa

y cruzar a Niteroi.

 

Él lo escuchó atentamente

Y luego, cuando el niño

terminó con su taza de leche

lo tomó de la mano

y junto a aquella señora

que estuvo todo el tiempo atenta

salieron del café

en busca de la balsa.

 

Así partieron los tres

hasta llegar al embarcadero.

Recuerdo atestado de gente.

El niño no entendía muy bien

donde iban todas esas personas

porqué se agolpaban

casi desesperadamente

por subir a la balsa.

Tampoco entendía

Porqué él mismo estaba

en aquella balsa.

 

Aquél, recuerdo fue un día gris

de finales (o comienzos) de marzo.

Allí estaban los tres

montados en la balsa

que tras un sordo crepitar

de bocinas

comenzó con su suave deslizar

buscando denodadamente

la otra orilla.

 

Para la mente de un niño

el tiempo no corre

pero si quedan los recuerdos

grabados a fuego

a pesar que los años

se esfuerzan por dejar

librada nuestra mente

para otros recuerdos.

 

Pero hay cosas que no se borran,

como esa balsa

que ya no está,

bueno, al menos como era.

Hoy hay un puente,

enorme, gigantesco.

 

¿Yo les conté que los puentes

son los crueles encargados

de destruir las balsas?

 

Así es. Se los confirmo.

Porque hoy esta balsa

ya no es la misma.

Y es así como entonces

surge la nostalgia,

como en este caso

de aquella balsa que se durmió

en manos de un puente.

 

Aquél mismo día,

el gris, el de la balsa,

ese señor, con esa señora

y el niño, siguieron viaje.

Gracias a la balsa,

que ya no es la misma.

 

Pero no todo fue en vano.

Les cuento el porqué.

Ese viaje siguió luego

por una playa,

extremadamente desierta

muy cercana a Cabo Frio.

Y en esa playa el niño recuerda

que había un señor

paseando a su perro

bajo la lluvia.

 

Ese niño también recuerda

que el mar era turquesa

contrastando con un cielo gris

gris de plomo, como los recuerdos.

Y ese fue un contraste maravilloso

el cielo gris, el mar turquesa

a veces cambiando a verde agua

y el señor y el perro

que ni se inmutaban ante la lluvia

porque estaban allí

para dejar grabado un recuerdo

en la mente de un niño.

 

Tomen nota:

Dejar grabado un recuerdo

en la mente de un niño

es una de las cosas

más maravillosas

que existen en la vida.

 

Nunca dejen pasar

la oportunidad

de dejar grabado

un buen recuerdo

en la mente de un niño

porque nunca se borrará.

Puedo confirmárselos.

 

Ahora me pregunto

si todo eso fue planeado

desde el mismo momento

en que comenzó,

con ese señor bajito

en el café de Río Branco

y luego con el viaje en esa balsa

para llegar a la playa de mar turquesa

donde ese señor y ese perro

siguen hoy paseando

bajo la lluvia y el cielo gris plomo.

 

Cincuenta años pasaron.

Si, exactos cincuenta.

Desde aquél día de marzo,

no importa si fue a comienzos

o a finales, da lo mismo.

 

Solo importa el señor bajito,

la balsa, el perro y el mar turquesa

que viven aún en la mente

de ese niño,

que guarda el recuerdo

de la balsa que ya no es la misma

porque la durmió el puente.

 

Y ese otro señor

no el bajito, el otro

junto con la señora

los que subieron

a la balsa con el niño …

¡Ay si pudiesen recordar

esto que estoy diciendo!

 

Luego de tanto tiempo

seguro se alegraría

que su niño, quién escribe

aún lleva ese recuerdo.

El de mar turquesa,

de la playa bajo la lluvia,

y el señor con el perro.

¡Y por supuesto!

el de la balsa

dormida por el puente

producto del paso del tiempo

y del propio hombre

que no entiende

de nostalgias ni recuerdos.

 

Un párrafo final para el señor bajito

aquel del bar, el que daba pequeños trancos

con su firme caminar y paso bonito

en Vargas y Rio Branco.

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