Poes�a
“Mata mis demonios y mis ángeles morirán también”
Tennessee Williams
De ángeles y demonios
(Glosando a Tennessee Williams)
Yo solo soy una imagen de mi
que no se entiende.
Un cosquilleo vago y difuso
que trasunta lo visible
ante una pálida luz que toca
la imaginación.
De mis manos brota un sol
sobre el lienzo caliente
y una lluvia de topacios
aplaca débilmente el pensamiento.
De mis demonios
solo contemplo un instante,
un hito que duerme celosamente
bajo la luz de una luna
cómplice quizás, que engaña
y se muestra deslumbrante
tras una noche ciega.
Mis ángeles se muestran a deshoras
entendiendo lo entendible
y sin descuidar ni un minuto
ese enorme tesoro que guardan
temerosos de algún alma despiadada
que pueda sin sentido
apagar su corazón.
Si los matas,
allá tú con ese peso.
Nunca podrás entender lo que se viene,
ni mucho menos lo que has hecho.
Un segundo
Un segundo, es el lapso suficiente
para entender al tiempo.
Todo lo que guarda e implica,
en ese simple instante.
Aguarda un segundo,
tengo más.
Es todo lo que nace,
o todo lo que muere,
el subir o bajar,
el dormir o despertarse.
El pensar en una idea
o sumirse en el silencio.
Si hablamos de tiempo
basta con un segundo para entenderlo.
Es más que suficiente,
una eternidad.
En un segundo te veo
vagando por mis sienes,
palpándote en mis labios,
durmiendo en mi regazo,
flotando entre las horas,
mirándome de a ratos.
Es la idea de ti que me mantiene
como aquel tallo sujeto a la planta
como la tarde a la siesta que encanta
bajo el estío que al sol entretiene.
Tan solo eso te pido, un segundo,
para admirarte cerrando mis ojos
pues no hay mirada que mire a su antojo
como ese manto de un negro profundo.
El verte así, tan sublime y tan fresca
pidiendo excusas a mi pensamiento
es la más pura expresión de un momento,
que no se puede explicar con palabras.
La idea que duerme algún sufrimiento,
me acerca tu aroma en manos del viento.
Infinito
Escúchame bien, voy a explicarte ahora
como he descubierto algunas cosas
que por sí solas no pueden explicarse.
De cómo mas allá de todo
siempre hay un algo.
Y que siempre también podrás encontrar,
una cosa más pequeña
a lo más insignificante que conozcas.
Y lo que he descubierto entonces
es algo muy simple, y por demás saludable.
Si miras hacia el cielo en una noche oscura,
trata de entender solo esas luces,
y no el espacio donde apoyan.
Si miras hacia adentro
confórmate con lo que tus ojos dictan,
y por ningún motivo
intentes llegar mucho más allá,
de lo que tu espíritu te dicte,
porque perderás toda cordura.
Desde todo momento
¿Cuánto de ti me trae tu recuerdo?
Que gran dilema.
Ahora te veo en los campos de trigo
danzando tu perfume al viento
con tus cabellos dorados en la tarde
que antecede a la tormenta siniestra
como una imagen sutil y despiadada
ausente de tiempo y memoria
que no teme a la brisa de la noche
oscura noche carente de recuerdos.
Pétalos de flores que cuelgan de esa noche
teñidos por la luna creciente y serena
un blanco que resiste en tono de reproche
blancor de la azucena.
Así es tu recuerdo, sutil, desafiante
curioso se estremece, frágil, de repente
lo encuentro en un momento, casi en un instante,
paseando por mi mente.
Y trae en sus resabios tu imagen resuelta
vestida de luna tan blanca y hermosa
que envuelve al pensamiento con vueltas y vueltas
virtud esplendorosa.
Lo que se de ti se percibe en tus aromas
de néctar puro, de una miel clara y sabrosa
de un perfume límpido y suntuoso que asoma
al cortar una rosa.
Tu recuerdo me sabe a silencio y ausencia
a dolor y esperanza sujetos al viento
que a gritos ahogados reclaman tu presencia
desde todo momento.
Tu recuerdo en cuadernavía
Te veo en la mañana rendida entre mis brazos
soñando algunos sueños durmiendo en mi regazo.
Que cruel, que amarga idea guardar de ti unos trazos
ardid del pensamiento recuerdo de un vistazo.
Quizás tal vez te pinte de sol una mañana
sino de madrugada o bien a hora temprana
robándole a un capullo su néctar que desgrana
vertiendo sobre el lienzo aroma que el emana.
Y entonces te imagine vestida de corales
dormida en una playa cubierta por las sales
buscando algún naufragio hundido en los canales
que duerme sobre el lecho de tiempos ancestrales.
Y así con esa idea entonces yo te invento
planeando tu sonrisa destello de un momento
tan suave tan precisa así es mi entendimiento
que brota de la tinta forjando mi sustento.
Por detrás de las palabras
Como la hierba soy como la hierba agreste
que busca en el sustrato los nutrientes
de un suelo rocoso, árido y umbrío
que no se deja cautivar por la tormenta
ni por las voces claras de la mente.
Tal vez puedas resumirme en dos palabras
quizás debas primero encontrarlas
escondidas bajo el frio de otoño
o durmiendo en silencio sin apremios
en el alto rincón de una montaña,
Allá donde el viento recorre espolones
y clava melodías por las tardes
y se viste de nevisca por las noches
durmiendo en la mañana sin apuros
aguardando inquieto que la lluvia pase.
Me encontrarás tal vez junto a un arroyo
bajo un torrente de savia de deshielo
desplegando su espíritu creciente
sin pedirle permiso a alguna lluvia
tras una fría jornada de invierno.
Así soy yo quizás, como la hierba
como el fresco amanecer de la montaña
no pretendas tan solo entenderme
leyendo cinco estrofas solamente
solo mira por detrás de las palabras.
Espérame, no corras
(Una elegía para Simon, mi negrito del alma)
Espérame, no corras.
Necesito preguntarte algo.
¿Porque te fuiste ese día, de repente, sin avisarme?
De haber sabido esa mañana
me hubiese recostado, una y otra vez a tu lado,
como lo hacía algunas noches.
¿Te llevaste ese recuerdo?
Quizás me hubiese quedado allí
intentando detener el tiempo
retrasando la hora nefasta
que desconozco,
y que solo vive en la mente
de tu querida compañera de vida
que no pudo contarme nada,
aunque con su mirada,
llegó a contarme todo.
Ahora que me encuentro a la distancia
me sonrío ante el murmullo del viento
que me trae con sutil elegancia
el recuerdo precioso de un momento.
Al mirarme con tal perseverancia
quieto sin ensayar un movimiento
sentadito en la puerta de mi casa
sutil gesto al espíritu traspasa.
Me compraste mi negrito con el gesto
Buena treta, ¿Quién te la enseño?
Yo sé que nadie, que vino contigo.
Pero fue suficiente creo yo.
Y luego, toda una vida de alegrías
a pesar de tu carácter complicado.
No era complicado ¡Que iba a serlo!
Simplemente algunos no entendían,
que solo había que buscar el rinconcito,
el recoveco ese lindo que tenías.
Que siempre estaba allí en tu regazo,
y llegaba hasta tu dulce corazón.
Y me queda aquél día de noviembre
hace un año ¿Te acordás?
que no querías caminar junto a la vía.
Eran dos pasos y arrojarte tan exhausto.
Mientras tanto me mirabas
y no soltabas un instante esa mirada.
Ahora te voy a contar un secreto,
negro lindo, con tu colita de punta blanca,
ese es el recuerdo que voy a guardar de ti,
para siempre, como el más hermoso.
Y cada vez que vengas a mi mente,
también vendrá aquél día de noviembre
un mes muy especial que te recuerda
año tras año, con lágrimas celestes
cubriendo de capullos ese patio
donde solías saltar por las mañanas.
Y cuando el sol caía puntualmente
esperabas tu comida en la ventana
con ese movimiento ondulante
y ese gesto bonito e impaciente.
Espérame, no corras.
Me despido.
A pesar de haberte ido, de repente.
Que tu hermosa compañera aún te extraña
con sus ojos me pregunta dónde has ido,
y yo solo la miro y le respondo
que esa tarde simplemente te has dormido.
Espérame, no corras.
Hasta pronto.
Algún día volveremos a encontrarnos.
Y andaremos nuevamente por las vías
Desplegando tu pereza sobre el pasto.
Espérame, no corras.
Mi negrito.
Que no puedo alcanzarte y que me pierdo
Pues quisiera recostarme allí a tu lado
¿Te llevaste quizás ese recuerdo?
Comentarios
No hay comentarios para esta publicación.