Un sepulcro junto al mar

Quiero morir solo un buen día,

que la tierra donde duerma, quieta, rica,

sea mía solo mía.

Que gaviotas y golondrinas vuelen

sobre mi tierra y con su canto fino,

rieguen y alumbren a cada instante,

los rincones más oscuros de mi nido.

Que la lluvia que cae en la mañana,

se introduzca en la arena de repente,

y que el zumo de las nubes bañe ahora,

mi féretro de rosas, lentamente,

y ahogarme con el baño que perfora.

Quiero morir solo y nunca despertar,

bajo la fina arena que marca,

los límites eternos de éste mar.

Un sonoro mar celeste que me traiga,

día a día su espuma y su perfume.

Que no se vea mi tumba en la playa,

para que así, un viejo pescador fume,

su pipa, recostado sobre mi cama,

escuchando el ensordecedor sonido,

de una ola en una tempestad,

o mirando un pesquero perdido,

que busca puerto en esta soledad.

Quiero morir solo, junto a una roca,

y que una noche de tormenta despierte,

y escuche lo que mi temor provoca,

quieto, indiferente, algo inerte,

sintiendo sobre mi tumba pasar,

y oyendo los gemidos espeluznantes,

de fantasmas y espíritus del mar.

Y a la mañana siguiente, con el sol,

me olvide de todo, sin más temer.

Quiero morir solo y pensar,

que un buen día gris voy a tener,

un sepulcro de oro junto al mar.