Poes�a

15/10/2015

L�arc en ciel

Cuento

Nota final del autor

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“Detrás y pegado a la sierra está lo que para Miguel fue huerto, que el contemplaba y suspiraba, con el perfume del romero, con sus higueras, su morera, su limonero, sus piteras y paleras, sus piedras, su descanso sentado en el suelo respaldado en una higuera, con sus atropellados pensamientos” … relataba entonces en uno de los párrafos del epistolario de Miguel Hernández, su viuda, Josefina Manresa. Hoy aún, tantos años después de haberlo leído y dejado tirado por allí (en algún lugarcito de mi casa debe estar), ese libro me impresiona. Si prestaron atención al espacio de Sin Medida en este libro, y conocen su obra, habrán notado la fuerte influencia de Miguel. Aún sigue también emocionándome del relato de su esposa de lo que fue la casa de Miguel, solo copié un párrafo, ya que es muy extensa. Pero lo más impresionante de la obra del poeta alicantino fue lo que concibió durante sus últimos años de vida, mientras estaba en prisión. Tales situaciones provocan en el ser humano una explosión de emociones, que, en el caso de Miguel, fueron plasmadas brillantemente en la escritura. Muchas de las “ideas” de su obra las tomé para elaborar Sin medida. Solo ideas, en algunos casos, para disertar acerca de un tema específico, las cárceles por ejemplo y otras tomando solamente la idea y dándole otro sentido, como el el huerto. Trabajando siempre sobre una idea central que fue ni más ni menos en lo que se basó el desarrollo de la vida de Miguel en sus últimos años desde su lucha hasta su muerte: la libertad y el sufrimiento del hombre.

 

Como dije en algún momento, esa influencia persistió en el futuro en otras composiciones, no en lo que se refiere a la temática, sino más enfocado a las estructuras y lenguaje. Pero antes de que apareciera su influencia, existieron otras, atrás en el tiempo, más lejanas. La obra de Machado, Neruda y muy en especial Alfonsina Storni me impactaron fuertemente. La temática de Alfonsina la encontramos en la primera obra, Tarde XV. Aquellos versos de la inolvidable poetisa siguen hoy en día resonando en mi pensamiento. Su mundo de siete pozos, su inquietud del rosal, en fin, su estilo tan puro y preciso, parece que le fluyeran los versos sin ningún tipo de esfuerzo. Encontrarán también en cierto vocabulario algún vestigio de influencia de Alfonsina en Alto Paraná. Y sobre esta obra quería hacer algunos comentarios.

 

También hablé en el prefacio acerca de la influencia de Alto Paraná, ese río que tenía cerca, allí, casi al alcance de mi mano. Un tiempo antes de esta obra, me animé a escribir una novela cuya trama central transcurría en el río, en el mismo río que sirvió de inspiración a Alto Paraná. Una tarde, paseando por el Tigre, como cualquiera de ustedes lo habrán hecho, si viven en esta maravillosa ciudad que es Buenos Aires, recuerdo que fue para aquella fecha, año 2006, me encontré sorprendentemente con un Río Luján gris opaco, totalmente sucio y contaminado de hidrocarburos. Nunca visto. La pena que me dio, fue la que desató la furia que luego fue plasmada en Alto Paraná. Fue algo momentáneo por suerte, luego el río se recompuso (bueno, es una forma de decirlo) no por obra del hombre lógicamente. La propia naturaleza se encarga de arreglar todos nuestros males. En Alto Paraná le presto mucha más atención a las formas tradicionales de la poesía y la métrica. Formas que con el tiempo terminan impresionándome y las adopto en todo momento de ahí en más. Son estructuras que en la poesía actual van tomando cada vez menos protagonismo. Hoy en día la poesía es mucho más libre, y no está mal eso, para nada, de hecho yo lo utilizo, pero siempre tomando de la mano lo tradicional. Alto Paraná es un ejemplo de ello. Allí encontrarán sonetos, liras, cuadernavías, coplas de arte mayor, formas más actuales como la décima espinela y el alejandrino siempre presente, es el verso que más fácilmente logra fluir en mis composiciones, por lo tanto, no lo desaprovecho, trato de utilizarlo. En Alto Paraná ronda como tema principal el río y su desprotección ante los embates del hombre. Es un llamado de atención hecho verso, hecho estrofa, hecho poesía, guardando un gran respeto por las estructuras tradicionales.

 

A un mundo imaginado surge en 2010 como una serie de poemas dedicados al amor, utilizando como tema central un amor perdido, algo ajustado a estructuras tradicionales aunque con un poco más de libertad. Guarda las influencias mencionadas para las otras obras, pero creo que cuenta ya con un estilo más particular, más propio que desencadenará más fuertemente en la obra final que da el título a este libro: Ll’arc en ciel.

 

¿Y qué decir de L’arc en ciel? Muchas cosas. Primero que siguen vigentes las estructuras tradicionales aunque mezcladas con formas libres. Es un conjunto de poesías hilvanadas bajo un tema central, que no es tan evidente como en obras anteriores. En definitiva, es algo más complejo. Trataré de explicarlo, aunque no siempre es bueno esto, solo les daré algunas ideas, cada uno podrá interpretarlo como lo desee, como le llegue. El tema central de L’arc en ciel es el amor, similar, (no igual) a lo que lo fue en A un mundo imaginado. El amor perdido quizás, o no perdido sino que transformado. Utilizando en todo momento estructuras metafóricas para expresar lo que se pretende decir, transportando un sentimiento a una situación específica de la propia naturaleza. Conceptos como la locura se entremezclan con elementos naturales como la lluvia, las estrellas y uno muy particular: el silencio. En mi libro “Los dos soles de Clara Miller” inicio uno de los relatos diciendo que “el silencio es la llave de apertura al mundo de los sentidos”. Ni más ni menos, es eso. El estado de silencio perfecto abre la mente, proyecta el pensamiento y nos permite acceder a uno de los más maravillosos componentes de nuestra mente: la imaginación. Por eso, el silencio tiene su protagonismo en L’arc en ciel. Pero no quiero exponer más sobre ello, se los dejo a ustedes. Solo para concluír, un pequeño párrafo dedicado al poema Claroscuro.

 

Y aquí, también presente el silencio. Y un espacio muy especial para la montaña. Corría el año 2008 y estaba yo caminando junto al río Horcones, solo con el sonido del agua y mis pisadas. Llegué unos cuantos metros más allá del puente Durazno y luego de hacer algunas fotos me senté en una piedra y me detuve a contemplarlo. Si no me hubiesen reclamado, creo que todavía estaría allí tratando de descubrir sus formas. Estudiaba cada rincón visible, el glaciar superior, la cumbre norte, la cumbre sur, todo lo visible en la cara sur del Coloso de América. Imaginaba el recorrido de aquella primera cordada francesa de 1954 y sonreía, como dije en algún párrafo de L’arc en ciel, il m'enleve un sourire, et devient a rire, algo así como “me robó una sonrisa que se convirtió en risa”, y no podía creer que yo estaba allí, contemplándolo, rodeado por el silencio, atrevidamente asaltado por el correr del agua, conmovido ante tanta magnificencia. Ahí fue cuando me dije: éste debiera ser “mi lugar”. Cinco años después, plasmé esa idea en Claroscuro, dejando bien claro donde quisiera permanecer en el final de mis tiempos, no por el cuerpo, que ya no existirá, sino por el espíritu que ese cuerpo conlleva, para que pueda deambular libremente entre aristas, espolones, grietas y glaciares, sin más testigos que el propio viento, en un sueño para toda la eternidad.